viernes, 26 de octubre de 2007


Los Conflictos Ambientales y el Desarrollo Sostenible de las Regiones Urbanas


Los conflictos ambientales a nivel urbano, originados por cambios en los usos del suelo y por la distribución de los costos y beneficios derivados de esos cambios, están proliferando en nuestras ciudades. Estos conflictos, promovidos por los procesos de globalización, el crecimiento urbano y una mayor conciencia ambiental, suelen surgir en torno a grandes proyectos productivos, de infraestructura e inmobiliarios.

La planificación tradicional basada en la “zonificación de los usos del suelo” está en crisis y es incapaz de responder al reto que plantean los conflictos ambientales, que demanda más bien mejorar la capacidad de gestión política de las ciudades, en una perspectiva que rescate la dimensión territorial y ambiental.

Desde este punto de vista, los conflictos ambientales o territoriales representan tanto desafíos como oportunidades para el ejercicio de estilos de planificación territorial capaces de modificar las actuales tendencias de deterioro del nivel y calidad de vida urbana.

Con la masificación del uso del automóvil y con la fuerte penetración capitalista en el negocio inmobiliario, se están deteriorando los valores más esencialmente urbanos: en lo funcional, la accesibilidad y movilidad internas, de las cuales dependen, entre otros, la realización de las oportunidades económicas brindadas por la ciudad; y en lo social y cultural, la posibilidad del encuentro con los otros y de la práctica abierta de la diversidad, de lo que dependen las aspiraciones de progreso cultural y de integración social.

Estos son los valores de la ciudad que han ejercido tanto atractivo sobre los millones de seres humanos que se han mudado a ellas, muchas veces como forma de escapar del espacio limitante
y socialmente controlado de la comunidad rural. La ciudad, como reino de la libertad, de las oportunidades materiales y económicas, como ámbito de seguridad contra los riesgos naturales
y como posibilidad de encuentro con los otros, está perdiendo vitalidad, está siendo traicionada por la complicidad que contra su acervo social, cultural y ecológico promueven, directa o indirectamente, las fuerzas de la globalización económica.

Pero la crisis de la planificación urbana es muy anterior. Tan sólo se ha exacerbado en las últimas décadas.

Los conflictos ambientales se suscitan entre actores de una localidad por intereses contrapuestos en torno al impacto ambiental o las externalidades de una determinada actividad o proyecto. Los principales impactos los producen grandes proyectos productivos, inmobiliarios o de infraestructura como los que irán dominando la escena de las "regiones urbanas".

Se trata de conflictos locales que deben diferenciarse de los conflictos "de enfoque" relativos a políticas ambientales, donde intervienen fuertemente las diferencias valóricas. En los conflictos ambientales locales son importantes, en cambio, los intereses y la información -o desinformación- que posean los actores sobre las externalidades y sus consecuencias sobre la calidad de vida, el medio ambiente y la economía locales.

lunes, 15 de octubre de 2007



Los factores actuales del crecimiento urbano
Uno de los cambios más importantes ha afectado a la naturaleza de la industria urbana. La industria pesada, que se caracteriza por la importancia que revisten los gastos de mantención de las materias primas en los costes de producción, ha ido perdiendo importancia. Las grandes ciudades constituyen, en cambio, una localización cada vez más favorable para la industria ligera (gran parte de cuyos productos se destinan al consumo familiar), en especial si desde estas ciudades se tiene acceso fácil al mercado nacional e interna­cional. También son importantes las llamadas economías externas que proporcionan las grandes ciudades. La abundancia de mano de obra cualificada, la posibilidad de establecer contactos estrechos con otras industrias del mismo ramo, el tener a mano los servicios auxiliares (como, por ejemplo, las agencias de publicidad y los mayoristas), etc.: todas estas ventajas se encuentran más fácilmente en las grandes ciudades y contribuyen a atraer a los fabricantes. «, Otro de los factores del crecimiento de las ciudades contempo­ráneas reside en la creciente proporción de la población activa de los países industrializados que halla su empleo en el sector terciario.
Los factores sociales, aunque no siempre fáciles de identificar, también han contribuido al crecimiento urbano. Es imposible decir en que medida una orquesta sinfónica, un musco de pintura de fama mundial o una gran biblioteca atraen habitantes a una ciudad, especialmente porque muchas de esas instituciones también revisten importancia econó­mica, ya que proporcionan puestos de trabajo y son un atractivo turístico (con lo que indirectamente dan medios de vida a los habi­tantes de la ciudad relacionados con las actividades turísticas). Pero también es muy posible que la existencia de instituciones de ese tipo impulse a los directivos de nivel cultural elevado a fijar su resi­dencia en una ciudad determinada y, puesto que el personal clave se recluta entre esta clase de personas, su importancia en la localiza­ción de cierto tipo de industrias aumenta notablemente.
El crecimiento vegetativo de la población constituye otro de los factores de carácter no económico que en la actualidad representan un papel importante del crecimiento urbano.
Las grandes ciudades occidentales muestran un crecimiento vegetativo considerable, cuya tasa supera a menudo a la de las áreas rurales circundantes. Este fenómeno constituye uno de los factores más importantes del crecimiento urbano.


Hay que tener presente que el automóvil y el camión han fomentado la dispersión de las ciudades, y no sólo de las áreas residenciales, sino también de otras funciones urbanas, singular­mente de la industria. Por consiguiente, los lugares de trabajo pueden estar cada vez más alejados de las grandes urbes, puesto que un número creciente de trabajadores ya no necesita trasladarse a las áreas centrales. Con ello se facilita el desarrollo de áreas urbanas estructuradas de un modo más flexible y que pueden contener una población total mucho mayor que las antiguas metrópolis.


El segundo de los dos fenómenos es el desarrollo de grandes ciudades en los países tropicales, que ha revestido una importancia singular durante las últimas tres dé­cadas, especialmente desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial. Durante la década 1940-49, por ejemplo, únicamente 4 ciudades tropicales (Bombay, Calcuta, México y Sao Paulo) sobrepasaban el millón de habitantes. En la actualidad hay por lo menos 15 ciudades millonarias y su población crece con gran rapidez. El crecimiento urbano tiene lugar ahora a un ritmo mucho más vivo en los países tropicales que en Europa occidental o en América del Norte; ello se debe sobre todo a que esos países tienen que recu­perar su considerable retraso en el proceso de urbanización. En gran parte de Asia, por ejemplo, la tasa de crecimiento de la población urbana durante el presente siglo ha superado ampliamente a la de Europa. Además, el nivel de la urbanización (es decir, la proporción de la población total que reside en ciudades) es aún muy bajo en comparación con el mundo occidental. En Asia sólo el 13% de la población vive en ciudades de más de 20.000 hiabitantes; en África, este porcentaje es todavía más bajo (9%). Por otra parte, en algunos de esos territorios el nivel de urbanización crece lentamente debido a que la población rural continúa aumentando al mismo tiempo que la urbana.


Las mismas fuerzas que impulsaron el crecimiento urbano en el mundo occidental empiezan a actuar ahora en otras partes, pero su importancia relativa no es siempre la misma. Uno de los factores más importantes del crecimiento de las grandes ciudades en los tró­picos es el despertar político de los antiguos territorios coloniales. Muchos de esos países dependen aún de la exportación de materias primas y de la importación de bienes manufacturados: de ahí que muchas de esas ciudades millonarias sean puertos. Finalmente, en numerosos países que acaban de acceder a la independencia se fomenta la industria nacional y esta, como ocurre en los países occidentales, acostumbra a dar más beneficios si está localizada en las grandes ciudades, con lo que contribuye a su vez al crecimiento urbano.

Sin embargo, el desarrollo de estas ciudades no es debido siempre a la atracción que ejercen los empleos urbanos. Incluso en los países subdesarrollados el aumento vegetativo de la población constituye actualmente un elemento importante en el crecimiento de ciertas ciudades, debido sobre todo a que los servicios médicos están más desarrollados en las áreas urbanas. Aunque la inmigración de origen campesino continúa siendo el factor predominante del crecimiento urbano, no hay que olvidar que, en parte, aquella se debe a una «expulsión» provocada por la situación económica del campo antes que a una atracción dinámica de la ciudad.Las grandes ciudades de los trópicos son objeto de tantos estu­dios y revisten tanta importancia en el conjunto urbano de esos terri­torios, que a veces parece como si fuesen los únicos asentamientos urbanos que crecen rápidamente. Esto no es del todo exacto, ya que las tasas de crecimiento de las ciudades acostumbran a ser pare­cidas, independientemente de su tamaño. Sin embargo, hay una diferencia muy marcada, en cuanto a su importancia, entre unas pocas metrópolis gigantescas y las ciudades de menor tamaño, dedicadas básicamente a proporcionar un corto número de servicios al campo que las rodea; y la semejanza entre los porcentajes de cre­cimiento de localidades que tienen originariamente tamaños muy dispares da como resultado que las diferencias absolutas entre las ciudades menores y las mayores crezcan rápidamente.

jueves, 11 de octubre de 2007


El sistema climático
El clima en un lugar determinado se puede definir como el valor medio de las variables meteorológicas durante un período determinado (30 años es el tiempo fijado por la Organización Meteorológica Mundial). Para describir el clima se necesita además de los valores medios, las fluctuaciones estacionales y los valores máximos y mínimos de las variables en aquel lugar.

Actualmente se prefiere hablar del sistema climático, formado por subsistemas que interaccionan entre ellos intercambiando masa, energía y cantidad de movimiento. Son la atmósfera que es la capa gaseosa que cubre el planeta; la hidrosfera, formada por todo el agua en forma líquida que existe, es decir, océanos, ríos, aguas subterráneas, mares interiores y lagos; la criosfera, que corresponde al agua en forma sólida (nieve y hielo) que se encuentra sobre la superficie terrestre; la litosfera, que incluye los continentes, y la biosfera, formada por la fauna y la flora de continentes y océanos.

Los tiempos de respuesta de los diferentes componentes del sistema climático son muy distintos. Se entiende por tiempo de respuesta el tiempo que necesita un sistema, cuando ha sido perturbado, para volver nuevamente a una situación de equilibrio. En la atmósfera, para la capa fronteriza (los primeros mil metros, aproximadamente, en contacto con la superficie terrestre) el tiempo de respuesta va de minutos a horas; para la atmósfera libre, de semanas a meses; en el océano, para la capa de mezcla (capa más externa, en contacto con la atmósfera), de semanas a años, y para las capas más profundas, de décadas a milenios; para los mares helados, de semanas a décadas; para los lagos y la vegetación, de meses a siglos; para los glaciares, del orden de siglos; para la cobertura de hielo, milenios; y para los fenómenos tectónicos, decenas de millones de años.
Esta gran diferencia en las escalas de tiempo acentúa la complejidad de las interacciones, de manera que no todos los subsistemas están siempre en equilibrio con los demás, ni tampoco internamente.

La radiación solar proporciona prácticamente toda la energía que nutre al sistema climático. Esta energía, que llega a la cima de la atmósfera y es absorbida por el sistema, se transfiere entre los diversos subsistemas, se transforma en otras formas de energía, se utiliza en diversos procesos químicos y biológicos y también, parcialmente, se disipa. Debido a la forma esférica de la Tierra, al movimiento orbital y a la inclinación del eje de rotación de la Tierra, no llega por igual a todos los puntos de la superficie terrestre y, además, también va variando con el tiempo.

El sistema climático se encuentra en evolución constante, con partes del sistema que cambian primero y otras que lo hacen con más retraso. Los cambios climáticos pueden venir representados por variaciones a largo plazo en los valores medios de una determinada variable climática. A este valor medio vienen superpuestas las fluctuaciones estacionales y anuales, que también pueden resultar influidas por el cambio en el valor de la media. En la escala de tiempo humana, los cambios en los valores medios son tan lentos que resultan prácticamente imperceptibles. En realidad sólo pueden ser detectados mediante un estudio cuidadoso de los registros.

Estos cambios se producen, básicamente, por causas naturales. Pero el interrogante que se plantea actualmente es si la actividad humana puede llegar a ser también un motivo de alteración del clima. La posibilidad de experimentar en este ámbito, con la finalidad de prevenir los cambios futuros o de anticipar el impacto de determinadas actividades humanas en el sistema climático, es prácticamente nula: los procesos que constituyen el clima en un planeta son demasiado complejos para ser reproducidos en experimentos de laboratorio, de la misma manera que sucede con los del tiempo meteorológico.

Una herramienta muy útil en la predicción de los efectos de la actividad antropogénica sobre la evolución del clima son los modelos climáticos. Con ellos se estudia la evolución de las variables meteorológicas mediante métodos numéricos que resuelven las ecuaciones físicas fundamentales de conservación que obedece el sistema. Los procesos que intervienen en el clima del planeta son extraordinariamente complejos a causa de las interacciones no lineales entre sus componentes, de manera que los modelos introducen diferentes hipótesis simplificadoras, según las características específicas del problema concreto que se pretenda abordar.

miércoles, 3 de octubre de 2007


LOS SATELITES METEOROLOGICIOS III

SATÉLITES DE ÓRBITA GEOESTACIONARIA:
Este tipo de satélites giran en torno a la Tierra sincronizados con su velocidad de rotación, es decir que acompañan a la Tierra y por consiguiente se encuentran situados siempre en un mismo punto sobre la superficie terrestre.
Algunas características principales de este grupo son:
- Altura desde la superficie de la tierra de 36000 Km aproximadamente.
- Giran en torno a un eje casi paralelo al eje N-S terrestre.
- Velocidad de giro de 100 RPM (Revoluciones por minuto).
- Operan en dos modos uno de alta HRI (High Resolution Image) y otro de baja resolución WEFAX (Weather Facsimile).
- Transmiten sus datos en dos frecuencias, una para cada modo.
Estos satélites son explotados por EUMETSAT (Meteosat), EE.UU. (GOES), Japón (GMS), China (FY-2B), Rusia (GOMS) y la India (INSAT). Para conseguir a cobertura global se necesita una red de 5-6 satélites. Sin embargo, estos satélites no pueden ver los Polos.

Los Satélites METEOSAT
Los Meteosat son satélites geoestacionarios Europeos cuyo operador es EUMETSAT. La altitud de los satélites es cerca de 35800 kilómetros. El punto fijo a la vertical del satélite está en el ecuador. Los Meteosat ven siempre la misma porción del globo (42% de la superficie de la tierra).

El Meteosat 7 está situado en el meridiano de Greenwich incluido Europa y Africa y Meteosat 5 está situado en 63° al este incluido el Océano Índico.

Los Meteosat están equipados con un radiómetro que explora la tierra línea por línea; cada línea consiste en una serie de elementos de imagen o de píxeles.
Para cada píxel el radiómetro mide la energía radiada de las diversas gamas espectrales. Esta medida digital se cifra y se transmite a la estación de tierra para procesada antes de ser entregada a la comunidad para su utilización. Este radiómetro es un instrumento de 3 canales: el canal visible es 0.45-1.00 µm, el canal infrarrojo es 10.5-12.5 µm y el canal vapor de agua es 5.7-7.1 µm.

Las imágenes se toman a cada 30 minutos. El canal visible explora 5000 líneas, cada línea que consiste en 5000 píxeles; los canales infrarrojos exploran 2500 líneas, cada línea que consiste en 2500 píxeles. Esto equivale a una resolución de 2,5 kilómetros y de 5 kilómetros, respectivamente, en la punta del subsatélite.

Debido a la curvatura de la tierra que esta resolución disminuye hacia los bordes externos de la imagen (e.g. aproximadamente 4,5 kilómetros en el canal visible incluido Europa).

Los Satélites GOES
Los GOES (Geostationary Operational Environmental Satélites) son los satélites geoestacionarios americanos, poseídos y operados por la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). La altitud de los satélites es cerca de 35800 kilómetros. El punto fijo a la vertical del satélite está en el ecuador. Cada satélite ve siempre la misma porción del globo (42% de la superficie de la tierra).

Las imágenes del globo se toman a cada 30 minutos y las de los Estados Unidos se toman a cada 15 minutos. Es posible explorar áreas terrestres con intervalos más frecuentes (por ejemplo cinco minutos, incluso un minuto) para la ayuda a los programas del alarma de NOAA.

Los GOES están equipados con un radiómetro que explora la tierra línea por línea que consisten en una serie de elementos de imagen o de píxeles, para cada píxel el radiómetro mide la energía radiada de las diversas gamas espectrales.

El GOES Imager es un dispositivo de 5 canales: el canal visible es 0,55-0,75 µm, los canales infrarrojo son 3.8-4.0 µm, 10.2-11.2 µm, 11.5-12.5 µm y el canal vapor de agua es 6.5-7.0 µm. En el canal visible, la resolución es 1 Km. En los canales infrarrojo, la resolución es 4 kilómetros. En el canal vapor de agua, la resolución es 8 Km.

Esta medida digital se cifra y se transmite a la estación de tierra para procesarla antes de ser entregada a la comunidad para su utilización. Los datos son distribuidos por el National Environmental Satellite and Information Service (NESDIS)
a una variedad de utilizadores.
GOES-E ESTÁ SITUADO EN 75° AL OESTE
INCLUIDO SUDAMÉRICA
GOES-W ESTÁ SITUADO EN 135° AL OESTE
INCLUIDO EL OCÉANO PACÍFICO