domingo, 25 de noviembre de 2007



Factores que afectan a la posibilidad de inicio de los Incendios Forestales (segunda parte)

Radiación solar
El sol es la principal fuente de energía de nuestra atmósfera. La energía radiante emitida por el sol es absorbida por las distintas sustancias, produciendo el aumento de su temperatura. El aumento de temperatura que se produce, depende de la capacidad calorífica de la sustancia en cuestión.

Factores astronómicos, topográficos y atmosféricos, son los responsables de las variaciones en la cantidad de radiación que llega a la superficie de la tierra en un momento y lugar determinado. No toda la radiación que llega a la superficie es absorbida por la misma, sino que un cierto porcentaje es reflejado.

La tierra también emite radiación, aunque lo hace en longitudes de onda distintas a aquellas en las que emite el sol. Muchos de los gases presentes en la atmósfera permiten el paso de la radiación de onda corta emitida por el sol, pero absorben gran parte de la radiación de onda larga emitida por la tierra; se genera así el llamado efecto invernadero.

En el balance general, el sistema tierra-atmósfera devuelve al espacio una cantidad de energía igual a la recibida. Dentro del sistema tierra-atmósfera el equilibrio también se mantiene mediante distintos mecanismos de intercambio de energía entre sus componentes.

Precipitación
La presencia, características y evolución de las nubes, es indicadora de numerosos fenómenos que afectan al comportamiento del fuego. La precipitación se presenta de diversas formas de acuerdo con las nubes que al producen; la presencia de nimbostratos producirá precipitación moderada a suave que afectará un área extensa, mientras que los cumulonimbos dará lugar a chubascos aislados. La presencia de nubes lenticulares es indicadora de fuertes viento de altura y de la probable formación de vértices a sotavento de las cadenas montañosas. Los cumulonimbus o celda de tormenta, son especialmente peligrosos para el comportamiento de los incendios debido a los vientos que producen en superficie; en muchos casos las columnas convectivas generadas por los incendios producen celdas con características similares a estas nubes.

La precipitación se clasifica en distintos tipos, cada uno de los cuales tiene distinto efecto sobre el contenido de humedad de la vegetación. La época del año en que se produce la precipitación y la fluctuación de las otras variables meteorológicas que la acompañan, también son factores determinantes de su eficiencia para humificar a los combustibles.

La sequía puede definirse de diversas formas; cuando se utiliza un índice de sequía para evaluar el peligro de incendios, habría que analizar si es el adecuado para evaluar el contenido de humedad de los combustibles y la disponibilidad de agua en las cuencas de la región.

Temperatura
La temperatura del aire, de los combustibles vegetales y de la superficie del suelo interactúan permanentemente, de modo tal que ninguna puede ser analizada en forma independiente de los demás. Las diferencias en las temperaturas alcanzadas por los distintos tipos de suelos o las distintas coberturas vegetales, generan grandes variaciones en la temperatura del aire entre lugares próximos.

Estas diferencias en la temperatura deben tomarse en cuenta cuando se analiza la representatividad de los datos con que contamos por ser indicadoras de diferencias en la temperatura y el contenido de humedad de los combustibles subyacentes, como así también por generar movimientos del aire que afectan al comportamiento del fuego.

Las variaciones de la temperatura con la altura también dan lugar a numerosos fenómenos relevantes para el comportamiento del fuego. La formación de inversiones térmicas es uno de ellos; estas inversiones pueden tener distintos orígenes que es necesario comprender para poder estimar su duración y las dimensiones del área que afectan.

Humedad Relativa
El contenido de humedad de los combustibles está estrechamente relacionado con el contenido de humedad de la atmósfera y es un factor crítico para el comienzo y posterior comportamiento de los incendios.

Aunque existan numerosos parámetros que permiten estimar el contenido de humedad del aire, la humedad relativa es la más frecuentemente utilizada cuando se trata de estimar el contenido de humedad de la atmósfera para evaluar el peligro de incendio. Esto se debe a que la humedad relativa del aire es un indicador de la capacidad de la atmósfera de absorber humedad y, en consecuencia, de acelerar el secado de los combustibles. Cuando los combustibles están más secos, es mayor la intensidad y velocidad de propagación del fuego y la probabilidad de ocurrencia de focos secundarios.

Los procesos por los cuales el agua penetra en los combustibles y es posteriormente retenida o eliminada, son diferentes si se trata de combustibles vivos o de combustibles muertos. El contenido de humedad de los combustibles vivos es el resultado de procesos fisiológicos y fenológicos que ocurren en las plantas y que corresponden tanto a factores ambientales como a características intrínsecas de cada especie. El contenido de humedad de los combustibles muertos, está controlado por las variables meteorológicas, como son la radiación, la temperatura, la humedad relativa y la precipitación.

Viento
El viento que percibimos a la altura de media llama, es el que controla la velocidad y dirección de propagación del fuego. Este viento es la suma de circulaciones de aire de distintas escalas.

La presencia de grandes sistemas de alta y baja presión, dan lugar a los vientos de escala sinóptica. A medida que nos acercamos a la superficie, la velocidad y dirección del viento de escala sinóptica se ve cada más afectada por las características del terreno. Dentro de los vientos de escala sinóptica, los vientos frontales son de especial interés para los combatientes de incendios por los bruscos cambios que producen sobre el comportamiento del fuego.

Las diferencias de presión generadas por el calentamiento diferencial entre superficies próximas dan lugar a vientos de mesoescala a los que dominamos vientos locales o convectivos. Dentro de los vientos locales, se encuentran las brisas de mar a tierra, las brisas de pendiente y las brisas de valle.

Finalmente, la presencia de pequeños obstáculos sobre la superficie terrestre produce movimientos de aire que, por su corta duración y pequeñas dimensiones espaciales, se clasifican en la microescala. Dentro de esta escala se encuentran los pequeños torbellinos asociados a la presencia de vegetación o producidos por el calentamiento de la superficie durante o después del paso del fuego.

Las observaciones de viento para la predicción del comportamiento del fuego, deben contemplar, no solamente las características del viento de superficie, sino también aquellas del viento de altura. Las columnas de convección de gran desarrollo vertical, favorecen la interacción entre el viento de distinto niveles y aumentan la probabilidad de que el viento de altura pueda alcanzar la superficie, modificando la velocidad y/o dirección de propagación del fuego.

Grado de estabilidad atmosférica
Los movimientos verticales del aire que se producen en la atmósfera, tienen diversos efectos sobre el comportamiento del fuego. En algunos casos la atmósfera ayuda al desarrollo de estos movimientos, mientras que en otros tiende a suprimirlos; esto depende del grado de estabilidad atmosférica.

Cuando la atmósfera está estable, el desarrollo de la columna de convección se ve inhibido, el viento tiene velocidad y dirección constantes, y el comportamiento del fuego es más fácil de predecir. En estos casos el peligro está dado por la reducción de visibilidad debido a la acumulación de humo y la probable ocurrencia de incendios de comportamiento extremo dominado por el viento. El fenómeno de subsidencia crea situaciones críticas sobre extensas áreas, por traer hacia la superficie aire caliente y seco.

La inestabilidad atmosférica, asociada a vientos arrachados, ayuda al desarrollo de grandes columnas convectivas. En estos casos el comportamiento del fuego es errático y difícil de predecir. El peligro está presentado por la probable formación de torbellinos, la formación de nubes de tormenta y la probable ocurrencia de incendios de comportamiento extremo dominados por la convección.

Si bien no siempre se cuenta con las observaciones necesarias para estimar el grado de estabilidad de la atmósfera, es muy útil recurrir a los indicadores visuales que permiten hacer estimaciones cualitativas de la misma.

El rayo como causa directa de incendios forestales
Una tormenta está formada por una o varias nubes o celdas convectivas, pudiendo cada una de las mismas estar en un diferente estado de evolución. En algunos casos, las celdas se agrupan en formaciones que pueden alcanzar los 8 km. De ancho y los 100 km. de largo. Las tormentas van acompañadas de truenos y relámpagos, de cortos períodos de precipitación intensa en forma de agua o granizo, de vientos fuertes y arrachados en al superficie y, ocasionalmente, de tornados.

El riesgo que las tormentas presentan en relación con la ocurrencia y el comportamiento de los incendios, esta dado por la mayor probabilidad de ocurrencia de focos causados por la actividad eléctrica que las acompaña y por los efectos que las mismas tienen sobre el comportamiento de los vientos en superficie.

Si bien estas nubes producen precipitación, lo que puede considerarse como un factor favorable para las tareas de control de un incendio, es importante analizar cuál es el efecto real que estas precipitaciones tienen sobre el contenido de humedad de los diferentes combustibles, teniendo en cuenta la intensidad, duración y área limitada afectada por las mismas.

lunes, 12 de noviembre de 2007


FACTORES AMBIENTALES QUE INFLUYEN EN LOS INCENDIOS FORESTALES Parte 1

Es de conocimiento generalizado que los incendios son unos de los factores principales de deterioro ambiental y pérdida económica.


Al considerar cual es la calidad e intensidad del deterioro ambiental producido por los incendios forestales, son muchas las variables que influyen en la magnitud de los efectos.


Desde luego, un factor básico es el combustible, el cual puede ser de muy variadas composiciones especificas, ya sea si proviene de vegetación nativa o cultivada. Es de la naturaleza física y química de las especies involucradas que dependerá la probabilidad de ignición, el tipo de desarrollo de la combustión, el nivel térmico alcanzado. Asociado al factor anterior esta el tipo de incendio producido, ya sean de copa, subterráneos o superficiales. Un incendio de copa destruye fundamentalmente el follaje de grandes árboles, afectando poco al suelo; un incendio subterráneo, por el contrario, al quemar fundamentalmente raíces y propagarse bajo el suelo, es altamente destructivo de los vegetales, de la meso y macro fauna edáficas y de la materia orgánica allí presentes, con efectos también muy negativos sobre la parte aérea de la vegetación y fauna asociada.


Los incendios forestales pueden cubrir grandes extensiones dependiendo de las condiciones ambientales, tales como temperatura, precipitaciones y vientos ( dirección y velocidad) asociados a los factores topográficos que los modifican.


Un tercer componente de la calidad e intensidad del deterioro es la naturaleza del área afectada, ya que ella define diferentes tipos de combustibles y de incendios, además de diferentes tipos de riesgos a las personas y a la propiedad. En este plano es de primordial importancia la topografía, la cual modifica la distribución y el efecto de las lluvias, genera gradientes de insolación y térmicos en función de las pendientes, a la vez que genera micro y mesocorrientes de aire, todos ellos factores que influyen en la cantidad del combustible, en las condiciones en que se desarrollan los incendios y, por ende, en el tipo y grado de dificultades para lograr su extinción.


La conjunción de estos factores determina la intensidad y duración de los incendios, cuyo efecto es evaluable como deterioro del medio. Tales evaluaciones son fáciles de hacer desde la perspectiva humana y económica, ya que fácilmente se puede estimar cuanto dejó de percibir por la no venta de un producto, a lo cual se suman los costos de la recuperación de la unidad productiva destruida. No ocurre lo mismo desde el punto de vista ecológico, cuyas consecuencias son más del tipo mediato que inmediato, o al menos no son totalmente evaluadas recién producida la alteración.